sábado, 26 de agosto de 2017

Dia 7 - Arzua - Santiago de Compostela. Cuarenta largos kilómetros, tres más por cortesía del ayuntamiento y un recibimiento espléndido.

Día largo, cansado y con propina de kilómetros por cortesía del Ayuntamiento de Santiago, que ha metido un desvío de más de dos kilómetros al final de la etapa, que sientan fenomenal al cuerpo.
Arzua
Pero para final he tenido un recibimiento espectacular por parte de mis amigos María y Fernando con los que he pasado una tarde deliciosa y divertida como pocas veces he tenido en Santiago.
Salida de Arzua
Y se agradece, porque hoy he terminado muy cansado en esta etapa maratón quwe se ha convertido en más de 43 kilómetros.
Salida de Arzua
He salido de Arzua antes de las siete, cuando aún es noche cerrada en Arzúa. No voy solo, ya hay varios peregrinos solos o en grupo enfilando la calle principal de salida, que está en obras.
Mientras vamos por dentro del pueblo la cosa va bien. La iluminación es buena y se anda sin problemas. Pero al salr del pueblo todos tenemos que poner nuestras linternas para seguir.
Yo tengo una frontal que emite una luz difuninada que alumbra lo suficiente el Camino.
Salida de Arzua
Es curioso caminar por la noche, y mas en esta salida de Arzua, que se hace por un bosque. Un tanto inquietante andar por aquí; pero a la vez extrañamaente atractivo. Delante de mi va una familia compuesta por un matrimonio y una niña pequeña, que va agarrada como una lapa a las manos de sus padres.
Camino a Preguntoño
En todo caso, como vamos varios, pues entre las linternas de todos, la cosa funciona y así subimos pasando por As Barrosas hasta la aldea de Preguntoño, donde ya con algo de luz cruzamos bajo una carretera y subimos a un monte enfrente del cual se ve Arzúa en la distancia.
Arzua desde la distancia
 Aún hay más sombras que luces, pero la silueta del largo pueblo se distingue perfectamente ya alejándose.
Camino a Taberna Vella
El Camino continúa ahora por una zona alta y despejada. Paso por un curioso bar llamado donde está el Muro de la Sabiduría; un muro que han llenado de cartulinas con pensamientos  supuestamente filosóficos del tipo “¿Eres un buscador?...”, que tienen tanto éxito entre cierto tipo de peregrinos, que han hecho hasta un libro con ellos.
Muro de la Sabiduría
Muro de la Sabiduría
Yo continuo  hasta llegar al pueblo de Taberna Vella, que no se atraviesa, pero en el que está el primer bar de la jornada. Paro a tomar un café en su terraza y veo que está llena de orientales en varias mesas. Hay como quince o así desayunando. Más tarde me enteraré que se trata del Obispo de Seul y su séquito, que están haciendo el Camino desde Sarria y  mañana concelebrará la misa del peregrino a la que asistiré.
Bar de Taberna Vella
Continúo tras tomar el café. El recorrido de este primer tramos de la etapa es muy parecido todo el rato, senderos de bosque que van enlazando pequeñas poblaciones.
Llego a Calle, pueblo del municipio de O Pino en el que antes había un horreo colgado entre dos casas cruzando la calle por la que pasa el Camino. Hace unos años lo quitaron, y ahora solo queda el soporte, como un tablón inútil entre las dos casas.
También hay un bar en el que han puesto en la valla amontonados todos los cascos de cerveza que la gente ha ido bebiendo. Es curioso, aunque queda un tanto guarro.
Bar de Calle con cervezas
Continuo por los mismos senderos y corredoiras hasta llegar a emplamar con la carretera nacional en Salceda. 
Camino a Salceda
Allí está el bar “La Casa Verde”,   donde paro, pues ya llevamos once kilómetros y este es un buen sitio para parar. El bar es curioso, tienen el techo lleno de camisetas que la gente les ha ido regalando con el tiempo. Es impresionante el número de camisetas que tienen allí. A la gente le encanta contribuir con todos los temas raros que en el Camino se le ocurren a alguien. Basta con poner una camiseta y al cabo de un tiempo tienes cientos.
La Casa Verde. Salceda
Tras parar en el bar un rato a hidratarme, continuo, llegando de inmediato al monumento a Guillermo Watt, el peregrino belga que murió aquí, a veintiséis kilómetros de Santiago y con cuyas botas bañadas en bronce hicieron este monumento, que es uno de los más conocidos del Camino. Está en una corredoira muy  estrecha y es imposible no verlo.
Monumento a Guillermo Watt
Mas adelante otro monumento, este más sencillo, apenas una placa, recuerda a Mariano Sanchez Covisa, también fallecido en este punto.
Camino a O Empalme
Unos kilómetros más y llego a la cuesta de O Empalme, una larga y recta cuesta pegada a la carretera que es bastante sencilla, pero que se hace pesada por su longitud. .
Cuesta de O Empalme
Tras coronarla y pasar los tres bares que hay en su cima, el Camino comienza a bajar hacia A Rua pasando antes por el desvía a la Capilla de Santa Irene. Ahora los caminos son de bosque de pino y eucalipto, muy bonitos, pues los árboles son altos y el sendero es muy agradable.
Camino a Rua
Cruzo un túnel antes de llegar a A Rua, que como es habitual está lleno de pintadas. Siempre merece la pena fijarse, pues te puedes encontrar con auténticas joyitas. En ests caso una de ellas dice: “Kiero ser puta”. Pues si la chica tiene vocación, no se hable más….
"Kiero ser puta"
Paso el cruce del hotel O Pino y continúo hasta O Pedrouzo, donde termina la etapa ya mucha gente, pues estamos solo a veinte kilómetros de Santiago.
Desvio al Hotel O Pino
Yo voy a seguir, así que en vez de subir al pueblo por la carretera, cruzo esta y comienzo a subirá por un bonito trozo de bosque hacia la salida de O Pedrouzo, evitando el largo rodeo que supondría cruzar el pueblo.
Desvio a Pedrouza

Camino a Pedrouzo
Llego a la parte alta y, como tengo por costumbre, paro en el Bar Miras, un barecito a la salida de O Pedrouzo, que está justo antes de un desvio hacia un bosque.
Bar Miras. Pedrouzo
Estoy allí un buen rato, pues llevo la mitad de la etapa y toca descansar bien antes de hacer los últimos veinte kilómetros hasta Santiago.  En el Bar hay tres carteles que llaman la atención. Uno es un signo de prohibición con dos pies que dice: “prohibido descalzarse”; el segundo dice con mucho acierto: “No tenemos Wifi. Hablar entre vosotros”. Y el tercero está escrito en la tapa del sello y dice : “Si solo vienes a sellar, recuerda que esto es un Bar”. Geniales los tres.
Bar Miras. Pedrouzo
Bar Miras. Pedrouzo
A partir de aquí ya pasan pocos peregrinos. La mayoría se queda aquí ya a pasar la noche, con lo que la afluencia en el Camino disminuye considerablemente.
Bosque de Pedrouzo
Bajo por el precioso bosque que hay a la salid a de Pedrouzo y atravieso otro par de zonas boscosas antes de llegar a una despejada carretera desde la que ya se ve la subida hacia el aeropuerto, que es la penúltima subida importante del Camino.
Bosque de Pedrouzo
Se trata de un camino que sube desde O Pino hasta la valla del aeropuerto de Santiago.
Comienzo de la recta del Aeropuerto
 El principio tiene una fuerte pendiente , pero luego se suaviza bastante y sigue subiendo hasta dejar atrás la zona de árboles y llegar al alto a una zona más despejada, donde siempre hay una furgoneta que vende refrescos y otras “chuches de caminante”.
Cuesta del Aeropuerto
 Es una subida muy larga, de cerca de media hora continuada de esfuerzo, que ya con mas de veinte kilómetros encima, pone las piernas a prueba.
Cuesta del Aeropuerto
Tras la subida bordeo la valla del aeropuerto. Antes, al pasar por aquí veías perfectamente las pistas de despegue, pero ahora hay una densa valla vegetal que impide completamente la visión, supongo que por razones de seguridad.
Al llegar al final de la parte larga del aeropuerto, el camino gira a la izquierda y , tras pasar por el famoso mojón que indica la entrada en el municipio de Santiago, comienza a rodear el aeropuerto por su lado estrecho.
Mojón de entrada a Santiago
El Camino va pegado a la valla del recinto y pasa por debajo e las balizas de aproximación. 
Balizas del Aeropuerto
Después pasa por un arroyo de un horrible color metálico que sale del aeropuerto y que los peregrinos han convertido en un nuevo altar de cruces, prendas y otras ofrendas de los muchos que ya van poblando el Camino.
Arroyo- Altar en el aeropuerto
Poco después, el Camino se aleja definitivamente del aeropuerto y baja hasta la Capilla de San Pelayo, hoy cerrada a cal y canto. No paro en el bar que hay justo delante, peus quiero llegara a Lavacolla ya del tirón.
Capilla de San Pelayo
Así que sigo subiendo la durísima aunque cortra cuesta que hay a la salida de la Capilla y que ya nos lleva a un sendero que llanea por una zona boscosa hacia Lavacolla.  Es este un pueblo al que se tarda en entrar, pues es muy largo desde que llegas a las primeras casas hasta que por fin llegas a la plaza y la iglesia, pasa un buen rato.
Cuesta de San Pelayo
En Lavacolla paro de nuevo a descansar. Quedan en teoría diez kilómetros para llegar a Santiago y hay que recuperar fuerzas, que ya van justas.
Este día de etapa doble se hace muy largo y hay que ir dosificando el esfuerzo para no agotarse física y mentalmente. Además ahora después de Lavvacolla viene una de las zonas más aburridas de esta etapa y conviene cogerla con ganas.
Iglesia de Lavacolla
Tras descansar salgo de Lavacolla, pasando por su arroyo, donde los peregrinos medievales se lavaban antes de entrar en Santiago, y comienzo una larga subida por una zona de carretera bastante descarnada en la que el sol que ahora ya ha salido tras tener una etapa cubierta y muy agradable de temperatura, pega fuerte y dificulta el ascenso.
Arroyo Lavacolla
 La cuesta se hace dura y pesada hasta llegar al pueblo de Villamayor, donde compro una nueva botella de agua para afrontar la última parte de la subida que me lleva ya a una zona más llana donde hay un centro de preservación de la fauna, que es un largo recinto de bosque vallado que tiene una pinta fantástica, pero al que no se puede acceder, pues vamos al otro lado de la valla. 
Camino al Monte del Gozo
En uno de sus extremos hay un grupo de tres enormes bueyes de larguísimos cuernos que están descansando pegados a la valla, como si quisiesen que los pocos peregrinos que ahora pasamos les viésemos.
Centro de preservación de Fauna
Tras el centro de fauna paso , ya muy renqueante y cansado, por el centro regional de Televisión Gallega, y menos de un kilómetro después, por el de Televisión Española, antes de afrontar la recta y larga cuesta que , en ligera subida, me lleva ya hasta las cercanías del Monte del Gozo, al que llego en un momento.
Televisión gallega
Recta de Televisión Española
Monte del Gozo
Veo que casi han terminado la transformación y mejoras que tenían en marcha en Diciembre. La zona está bastante mejorada, pero sigue pareciendo bastantes descarnado y desangelado. Me acerco a la Capilla a sellar y un señor que pasa en bici, me pregunta por donde se sigue. Se lo digo y un vendedor que hay allí arriba me corrige. Me indica que con las obras han cerrado el puente que da acceso a Santiago tras las escaleras, y que hay que dar un rodeo para entrar a la ciudad. Pues que bien; ahora que ya casi estamos, desvío. Ya me lo había avisado mi amigo Luis…
Monte del Gozo
El desvio nos lleva hasta la base del montecillo donde están ls estartuas de los dos peregrinos que miran a Santiago y que es desde donde realmente se ven las torres de la Catedral. Aprovecho para subir hasta ellas y ver el bonito panorama antes de continuar.
Monte del Gozo
El desvio es francamente feo, sin ningún atractivo y nos lleva durante más de tres kilómetros hasta el mismo comienzo de la avenida de San Lazaro, por donde entra habitualmente el Camino, pero habiendo hecho más de dos kilómetros extras y haber entrado en Santiago por la rotaonda que lleva hasta el Hotel San Lázaro, que es el que habitualmente utilizo yo cuando vengo a Santiago.
Monte del Gozo

Desvio a Santiago

Desvio a Santiago
Desde la Avenida de San Lazaro el Camino es ya el habitual, que hago ya despacio y con calma; adentrándome cada vez más en el Santiago viejo hasta llegar ya a la Rua de San Pedro desde donde se ven las torres de la Catedral y llegar finalmente a la Plaza Cervantes, bajar la Calle de la Azabachería y entrar por el túnel de Gelmirez, arropado por el sonido del sempiterno gaitero, en la plaza del Obradoiro, repleta de gente.
Santiago de Compostela
Son las cinco menos cuarto cuando llego al kilómetro cero y doy por terminada la etapa y la peregrinación de este año. Una peregrinación más. Una peregrinación siempre nueva.
Estoy contento de haber terminadomy a la vez tengo pena de haberlo hecho. ES la dualidad que siempre se presenta bal llegar a Compostela.
Santiago de Compostela
Tras las fotos de rigor en la plaza me acerco a la Oficina del peregrino, donde la coas para conseguir la Compostela da la vuelta al pasillpo y sale al patio. A pesar de que hay quince puestos otorgando el diploma, tardo una hora en ontener mi diploma. Y me cuesta, porque la chica examina a fondo mi credencial, y como no entiende el Camino que he hecho, me pregunta cuales han sido las etapas. Se lo cuento y se queda tranquila. El haber doblado la última etapa la ha despistado..
Santiago de Compostela
Ya con mi credencial en la mano voy hasta el hotel habitual, el Rua Vilar, y me aposento en mi habitación, una de las abuardilladas de la última planta.
No tengo mucho tiempo, pues a las siete y media he quedado con Maria y Fernando, pero si me da tiempo asearme y arreglarma antes de salir a visitar al Apostol.
Y solo puedo hacerlo a medias, pues aunque entro en la Catedral y voy a la Corticela, no puedo entrar a dar el abrazo al Santo y rezar en su sepulcro, pues la cola para ello da la vuelta a la plaza de la Quintana. Se entra por una nueva puerta que han abierto en la Quintana de los vivos y es una cola exprofeso para estas dos actividades.
Cola en la Oficina del Peregrin0
Y es que Santiago está de bote en bote, Hay gente por todos sitios, así que me siento en la terraza del bar del hotel a esperar que vengan Maria y Fernando, que llegan puntuales. Es una alegría enorme verles, ya que no estoy acostumbrado a tener compañía en mis llegadas a Santiago.
  Tomamos unas cervezas y charlamos en la misma terraza antes de ir a Casa Barrantes, un  restaurante de los buenos de Rua de Franco en el que han reservado para cenar.
Al pasar por la plaza de platerías vemos que delante de sus escaleras, donde habitualmente se ponen los payasos, hay una orquesta entera tocando un concierto. Obviamente la plaza está abarrotada y nosotros nos quedamos también un rato escuchando.
Oficina del Peregrino
Llegamos por fin al restuarante elegido.Y es un acierto, francamente bueno. Es un restaurante que ewn su frente presenta un enorme acuario lleno de bogavantes y langostas. En la mesa de al lado una parja de guiris se atiza un bogavante inmenso, con el que se hacen fotos vivo, muerto, con el camarero… Luego, cuando se lo van a comer lo destrozan, especialmente las partas, que me da la impresión de que se quedan a medio vaciar.
Nosotros tomamos unas zamburiñas excelentes y unos muy buenos pimientos de Padrón (de los de verdad, no de los que te dan ahora habitualmente por aquí) y después pescado; rodaballo para Fernando y Merluza para María y para mi.
Una cena agradabilísima que cerramos con un buen aguardiente cortesía de la casa.
Salimos del restaurante a la abarrotada calle y  nos acercamos a los soportales del Obradoiro, porque quiero que vean el espect-aculo que todas las noches organiza allí la tuna.
En efecto, no me defraudan y, en el lugar de siempre están los túnos de siempre cantando para un enorme grupo de gente. Es muy divertido. Todos participamos y cantamos al son que nos marcan los profesionales tunos y nos lo pasamos francamente bien.
Y al cabo de un rato dejamos ya la plaza del Obradoiro y Maria y Fernando ya se marchan. Leas estoy más que agradecido de que hayan venido a verme y la noche tan agradable que hemos pasado. Da gusto tener amigos así.
Y ya me voy a dormir, a eso de las once y media.
Por la mañana temprano voy a la cola para dar el abrazo al apóstol. No son aúnlas diez de la mañana y la cola ya es de viento m¡nutos . Despues asisto a misa del Peregrino, que concelebra el Obispo de Seul Con el que he compartido Camino. Tras la misa hay botafumeiro, que la gente agradece como es habitual.
Y ya cojo mi mochila del hotel y bajo lentamente hasta la estación para tomar el tren que me tiene que devolver a Madrid, donde empieza de nuevo la verdadera peregrinación de todos los días.